El imaginario sexual cercano a lo publicitario, tan en boga en el arte internacional de finales de los ochenta y principios de los noventa, sirvió como punto de partida reivindicativo para “artistas” underground como los colaboradores de fanzines como “De un Plumazo”, editado por La Radikal Gai, colectivo fundador del movimiento queer en nuestro país, con teóricos como Ricardo Llamas a su frente, cuya labor en cuanto a la información sobre la enfermedad y las acciones sociales en torno a ella (heredadas en muchos casos de las prácticas artístico-sociales de grupos como ACT-UP), resultan de capital importancia.
La Radikal Gai, con sus propuestas a caballo entre lo comprometido socialmente, lo subversivo y lo lúdico, sigue siendo a día de hoy una de las propuestas más sólidas desarrolladas por colectivos marginales (¡o marginados!) en nuestro país, durante un momento en el que el silencio político e institucional sobre la enfermedad malintencionado silencio que dio lugar a que todo tipo de malentendidos perniciosos se generaran mediáticamente en torno a la enfermedad y a los enfermos- hiciese necesario que, aunque en un ámbito restringido, “alguien tuviera que hacer la prevención”.
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